Los espejos existen desde civilizaciones como la egipcia, griega, etrusca y romana; eran muy utilizados como utensilio de tocador; pero no es hasta el siglo XVII cuando empiezan a utilizarse como elemento decorativo y ademas se convierte en un símbolo de estatus para las familias mas pudientes, que decoraban sus palacios con enormes espejos.
Hoy os traemos un antiguo cuadro, que fue un regalo de boda de mis padres, convertido en espejo. No tenemos foto de como era el cuadro, pero para que os hagáis una idea, era el típico cuadro con escenas de caza, que seguro habréis visto en mas de una ocasión.
Le quitamos la lamina y nos quedamos solamente con el marco.
Su color original era dorado, lijamos todo el marco, con una lija de mano de grano fino, utilizamos esta lija porque la madera esta tallada y de esa manera no dañamos el dibujo de la madera.
Limpiamos bien la superficie, ya que al estar tallada se queda bastante polvo entre los huecos, para esto nos ayudamos de un pincel pequeño.
El siguiente paso es pintar, en este caso hemos utilizado un color plata. Con dos manos ha sido suficiente para cubrir bien, y como siempre el tiempo de secado entre mano y mano que indique el fabricante.
Queríamos darle un aire antiguo y al nuevo espejo, y al final nos decidimos por la técnica del betún de Judea.
Para esto necesitamos pincel para aplicar el betún de Judea, y un trapo para esparcirlo.
Pintamos con el pincel e inmediatamente le pasamos el trapo para esparcirlo, digo inmediatamente porque el betún de Judea seca muy rápido, y si tardáis un poco mas de la cuenta, se secara y no os va dejar esparcirlo, lo cual quiere decir que si no os gusta el resultado, vais a tener que volver a lijar, a pintar... osea que mucha rapidez!!. Así es como queda: